demonios del cielo

Todo se me ha volteado, me parece que veo el mundo al revés (como siempre). Todos hagamos burla de los fríos percances de la sociedad, los automóviles, los floristas, que atrevidos se cruzan las vías del tren, el tren que atrevido los atropella, complaciente. Yo ya no estoy seguro de donde estoy, ya la vida la veo distinta, desde otra orilla y con otra similitud, sacudo mis pies de las mentiras que siendo pocas caen, fácilmente contra el suelo. Su dolor es de mentira, las voces, todo, se siente la verdad rodeándolas. Mi cuello, siempre mi cuello es víctima de dedos que acarician y atacan a su vez nervios nerviosos. Comezón, comezón, estábamos dedicados a observar la piel que ha sido dada. Me disculpo ante el cielo por mi disgusto hacia las nubes, son tan grises, tan blancas, tan lloronas. Esconden la luna detrás y ningún viento las mueve (ningún viento que me toque también). Me gustaría enfrascarlas y observarlas a detalle. De gas a sólido mis lágrimas habrán de atacarlas, frías, líquidas. Mis oídos han sido clausurados para sus susurros, ya no me muestran el camino, me siento atraído de verdad por las aves que las sobrevolaban. Me disculpo ante el cielo, insisto, porque lo que él ve, yo lo escondo.