blogs que no leo pero que están bonitos

martes, septiembre 20

De pronto.

Acabo de caer en cuenta de que... Mi hermano, ¡shshsh!... Soy una mierda y no me importa.

sábado, septiembre 10

Ella y él.

Se conservaba bien, me refiero a su figura, la mujer no se encontraba para nada en su peor situación. Conoció a un tipo que le ofrecía drogas y otras cosas que ella no podía conocer. Saltaba de la cama y se miraba en el espejo confundido. Ella, confundida le veía la espalda chueca. No sabrían conocerse. Él, estaba enamoradísimo.

Nunca se encontraron en el sitio adecuado. Cuando había mucha gente cada uno de ellos se perdía entre la multitud, entre los amigos y las bromas. A veces no podías respirar y se buscaban poco decididos a encontrarse.

Un día, él la llamó a su trabajo, le contó que quería conocerla. Ella colgó y apagó su teléfono. Para él habría sido el peor error de su vida pero ella creía que había hecho lo correcto. Pensó que incomunicarse sería lo correcto.

Él compraba unos cigarros y salía al estacionamiento, veía su carro vacío. Ni el humo lo acompañaría en ese lugar, pues no se puede fumar. Ella estaba en la casa de un amigo confundiéndose aún más, entre humo y otras cosas.

A él se le complica escribirle cada vez más y más cartas de amor. Ella las recibe y con indiferencia las entrega a la basura, las quema de sus pensamientos. Ellas las lee muy detenidamente pero no es algo que pueda encontrar después en su escritorio. Él no sabe lo que sucede con sus textos.

Se conocen pero no hay un parque ni una situación acertada. Lejos de ser algo se convierten en un ir y venir de pensamientos. Los dos se miran casi bien informados, desde entonces, ella pestañea diferente y él camina con un paso veloz hacia ella, como viéndola escapar.

De entonces para acá, ella se ha convertido en alguien. Alguien. Él no la conoce, ella se conoce pero no es real. Él se desconoce a sí mismo. Los dos son una sincronía extraña que debe suceder. Hay algo que hace que aquello suceda o no suceda. Los ojos donde mismo, las bocas unidas.

Desde luego, ella se encuentra en el estado ideal. Él, creo que hay un espejo, creo que hay una temperatura ideal. Ella se ha escapado por algún oído, se ha escapado por que no encuentra la verdadera salida. Él no conoce lo que le rodea. Es un círculo.

Ella y él están allí, consumiendo algunas ideas, viviendo las cosas inapropiadas. Él las vive. Ella no sé.

lunes, septiembre 5

Las manos las uso para decir que no puedo hablar

Las manos las uso para decir que no puedo hablar. Así le sonrío, romántico. La muevo desde los hombros y se va. Me huye.

Estoy acá, al fondo del lugar, solo. Indeseado; espeso sentir. Quisiera poner lo que de verdad es. A veces me pregunto, ¿será posible? ¿lo podré lograr? ¿alguna otra pregunta? Todo es de lo mismo. Me conformo con eso y eso está mal, a veces quisiera llorarle en su cara. No quiero hacer sentir mal a nadie. Extraño sentimiento.

Pasión, desilusión. Canción. Me dan ganas de bailar los desencuentros, ¿lo tomo como una broma de la vida? Lo tomaré como una importancia externa. Las amistades me golpean las neuronas. No se mueven como quisiera, a veces soy parte de un sistema de ideas. Ideas compuestas por ellos, claro. Soy un lazo. Un buen nudo, aunque, pensándolo bien no soy tal nudo, ya todo es más firme, me encuentro con que por su cuenta se desarma en mi cerebro. La miro con una cara triste pero nunca voltea.

Debería reírme aquí.

No sé dónde encontrar, me fijo de más, soy un torpe. Detesto que eso me haga escribir así, como deshecho por dentro, logrando poner algunas letras, logrando decir algunas cosas. Aumenta el peligro. Canción.

Me golpea, desde adentro del corazón, hacia afuera, como queriendo salir. Se quiere salir gritando, explotando. Explotando con todo el cuerpo y siempre muy firme. No, es una idea pobre. Créanlo, he volado con esa idea. Me voy deteniendo con las nubes y no encuentro el lugar adecuado, escribo y escribo y no lo encuentro, ¿ven? Voy a regresar a las preguntas y a dar más vueltas. Aterrizaré igual.

Debería reírme aquí.

Doy unas vueltas en la cama, doy otras en el suelo, doy otras vueltas más perfectas. El cerebro sigue igual. Mi cerebro es un mago con trucos tontos. Trucos demostrados, no puedo hacer más, él me controla. Es como un ritmo. Me lleva, soy él. Abro bien los ojos. Los abro bien. Me detengo, final, sigo pensando, escribiendo y pensando, soy mi cerebro. Me enfrento a él. Ideas complejas actualmente. Confusión total. Mayor atracción. Me congelo ante los sucesos, de trucos tontos sucesos inesperados. Cargo una carga nula.

Debería reírme aquí.

Soy un libro abierto y no tengo escrito nada.

Maldita sea conmigo, maldita sea con el tiempo, maldita sea, ¿por qué? ¿por qué soy así?

Debería reírme aquí.

sábado, septiembre 3

Sobrevuelo.

Se tomaba muy en serio las cosas desde que le vieron de esa manera. Ella hablaba en serio, hasta ese segundo. Iba por la banqueta conteniendo su cuerpo contra el suelo, el suelo firme y espacioso la llevaba directo al destino indeseado. No sabía nunca a dónde iba. El destino era indeseado por alguien más. Conforme el tiempo se impregnó en sus pieles dejaron de tocarse y ser uno mismo. Quizá nunca lo fueron, era puro pensar, devolver un recuerdo a otro recuerdo. Morderse la lengua para no hablar nada, hasta llorar del dolor.

Me quedé desvanecido en una silla mientras escuchaba sus sollozos. Me viniste a buscar y encontraste lo que tengo para ti hoy en día. Viento frío en vano, ni se sufre ni se siente. Hay tanta verdad en lo que nos decimos. Torpe voy conforme siento. Me trago la saliva mil veces y si quieres lo hago otra vez. Miro conforme siento y miro que nuestra verdad está escrita. La he escrito yo.

Un sonido doble de sollozos, un acercamiento de boca y oído. Te digo con placer lo que sea, el desacuerdo de letras, lo digo, lo grito. Bien, te recuestas sobre mí, pero es que no me queda mas que sonreír, una noche de estrellas compradas por el día, se han dejado caer en la oscuridad. Me pongo frío y me acurruco, me siento un bebé. Soy inapropiado para el amor o soy demasiado apropiado. No sé. No me pregunten.

De aquellos besos y de aquellas caricias. De aquello, solo una palabra: Placer.