blogs que no leo pero que están bonitos

jueves, diciembre 6

Me están haciendo un emparedado.

La mujer que está allá, bajo la luz se dobla para quitar la sucia soledad de aquellos objetos, se derrumba y descansa, va y viene desdoblando un papel humedecido, se pierde en los detalles y hace música con ese golpeteo, sin saberlo ya son algunas notas las entonadas por aquél agobiante placer de lavar.

Voltea y me ve y no tiene idea de qué estoy haciendo, la veo de vuelta y tres mechones de su cabello casi caen sobre su hombro, es una detallista. Se distrae con otras cosas, debe hacerlo, se pierde con sus pasos en la cocina y se encuentra otra vez en los detalles, cuando quizá volteó a verme de nuevo me lo he perdido pues me he distraído con un árbol de brillos golpeados.

Algo está haciendo pero yo no sé qué es. Quiero preguntar pero no me quiero ver atractivo a desolar su astucia y prudencia al hacerlo. Detente ahora y mírame. No funcionó. La he perdido en los detalles en los que ella se ha metido. Camina, no se ve, vuelve, se va y no se detiene. He sido preso de aquellas puertas de rodeo del viejo oeste, una rechina y la otra no, se escucha un metal contra otro metal. Una de las puertas, dulcemente ha quedado abierta, es entonces cuando yo la puedo contemplar.

Me cautiva aquella dama. Está ahora en otro detalle, no se piensa detener. Ha comenzado a hablar, soltó unos ruidos por su boca y yo los atrapé con mis oídos. Me pregunto si me está escuchando teclear, me pregunto muchas cosas ahora, me pregunto tantas cosas solo para desdoblarme entre todas las letras y encontrar una palabra o dos o venticinco.

Un trago de saliba y un suspiro. Ella se está demorando, estoy hambriento. Me alimentaré de ella con ella para el bienestar. Me ve deslumbrante desde la cocina y cierra la única puerta que alimentaba mis ojos. Soltó otros sonidos conocidos y llegamos a un acuerdo pero el acuerdo está en duda por el sabor de la comida. Yo no dudo que el sabor nos haga romper en dudas, una atrás de la otra para pronto contener la paranoia de perder la lengua en deseos burdos e insensatos. No. Aquí viene. Debo actuar rápido. El sabor, ella, todo, debo olfatear algo y he cerrado de su vista algo.

¿Dónde estoy? Hay mucho ruido, es alguien que anda perdido en la oscuridad de mi luz, viene acompañado de otros ruidos confundidos. Han dicho su nombre. Mi luz me deslumbra, es extraño. Comienza un olor nuevo, no estaba aquí antes. Algo se está procesando, alguien busca algo. Hay enojo y desilusión.

He de hundirme en otras cosas para dejar de escuchar la cocina. Solo veo aquél foco colgado del techo. Me dejó caer una mirada, algo está tramando y se sonríe, se agacha y busca algo, se ha dejado de perder en los detalles y se deja caminar por la cocina como un baile, ahora la visualizo con un faldón de colores mexicanos y los ingredientes con sombreros, zapateando las botas que entre las notas se buscan unos cuantos aplausos de aprobación. Lo siento en el corazón.

Sale por esas puertas y se burla deteniéndose para regresar después a la cocina, segundos después se encuentra a mi lado y me retumban los ojos, trae objeto con comida encima, trae emparedado. Lo devoro y la adoro y me devora con sus ojos.

Me ha hecho traer el trabajo hasta afuera, ha traído humo a la escena y me ve mientras espera. Lo dejo a su tentación. Lee ahora, desde el principio.

Estaba bien rico el chorizo de pollo.