No leas mi mente.

Si estuvieras dentro de ese frasco, fueras feliz. La tapa se encuentra lejos y yo no te puedo ayudar. Pediré ayuda al primero que pase, será afortunado, su día cambiará. Hola, les grito, no escuchan, solo gritan al verme, que raro, no seré como ellos pero existo y tengo mis prioridades.

No me aplastes sr. Pie grande. Oye, ahí viene la barredora, ¿qué hacemos?. ¡Habla!, se acerca. Nos barrerán, reza por que no. Dió vuelta en la glorieta. Soy feliz, ¿tú lo eres?.. No nos iremos al basurero, fíjate, no pertenecemos ahí, tal vez en algunos años, pero no ahora, este es mi día y el tuyo. ¿Qué te parece?, tú seriedad lo dice todo.

Necesitamos comida, bueno, yo necesito, parece que tú no tienes hambre, tienes estilo, ¿sabes?... Me gusta la manera en que te expresas, si es que intentas hacerlo, en fin, eres bueno y lo sabes porque yo te lo digo, ahora tú podrás decirme un cumplido cuando quieras. Estoy esperando.

No hables, no gastes tus energías, necesitas el frasco, es tu alimento. Te desintegras poco a poco. Hay viento, tengo frío... El viento me mueve y a tí también, tengo que arrojarme aquí, pronto caerás. Viene, ¿cómo estás?... Lindo aterrizaje.

¿Cómo te llamas?, ¿te importa si te digo Mr. Feto?... Sí, me importa, no es fácil ser feto, estúpida rata inmunda, ojalá te vayas al infierno. Vaya, hablas poco y cuándo lo haces eres muy malo, lloraré.

- ¿Las ratas lloran? - Preguntó el feto un poco seco.
- Claro. - Responde la rata con una lagrima en ambos ojos.

Después de dejar caer algunas lagrimas la rata vuelve a su espacio en la alcantarilla, dejándo a su único y último amigo a la luz de la luna.