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jueves, julio 19

mil casas tienen goteras

Está lloviendo. Va la gota cayendo, primero ve la ciudad, decide donde caer, se desliza por el viento, aveces choca con otras gotas y esta se hace enorme y luego más chica, algunas caen en los arboles, otras deciden caer en los edificios, en las ventanas, en los autos, en las vías del tren, en el tren, en las calles, en los paraguas. Otras más se hacen mayoría e inundan ciudades completas, desbordan ríos, se mezclan con la tierra y hacen lodo que ataca a los niños que minutos antes se bañaban con sus amigas gotas. Las gotas mas tranquilas son las que se van deslizando por las paredes, lentamente mientras vienen otras paranoicas y chocan con ellas, aceleradas, algunas golpean con rayos de luz y crean un arcoiris que deshace los cielos con su curvatura.

Y pasan otras mas y saludan el arcoiris mientras este les dice que se relajen, que luego ellas crearán otro como él. Pero tenían que esperarse al ciclo del agua, entonces decidieron no subir nunca más para no crearlo. Otras torpes subieron y lo hicieron, y también llovieron y cayeron sobre banquetas por donde pasaban niños con zapatitos. Había algo formal cerca, pero no tan formal como las gotas que se escapaban por las alcantarillas de la ciudad y marchan después bajo ella. Con un paso singular mezclándose con cucarachas y ratas y cosas de alcantarilla. Otras gotas un tanto despistadas querían caer sobre el auto que iba a gran velocidad por la calle pero estas caían sobre la mano del conductor que sobresalía un poco por la ventana hasta que se sube el vidrio y empiezan a caer en el auto a gran velocidad que va por la calle, entonces deciden caer en la calle que va dejando por atrás porque el auto ha entrado a un túnel. Entonces atacan la oscuridad de la noche como si el carro ya no existiera.

Ahora se van y se mojan ellas mismas a escondidas de nosotros.

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