Lupito.

Bostecé de tal manera que bostezar en cinco minutos era innecesario.. El aburrimiento y la clase detallada se unían formando cadenas de bostezos entre mis compañeros de clase; cada uno con su bostezo diferente. El profesor decía tantas cosas sobre pendientes, rectas y planos cartesianos que llegué a la conclusión de que no sabía dar las matemáticas, mientras dictaba una fórmula todos hacían el suspiro mayor, a = tan-1[(m2)-(m1)/1+(m2)(m1)]..

La clase continuaba mientras veía el transportador recorrer mi mesabanco al ritmo de la música adveniente de los audífonos que utilizaba un oyente en el piso de arriba, algo sonó, no era normal, era distinto, sin importancia supongo, era la manera de hablar del maestro, por fin lo escucho y entiendo la clase, o al menos intento creer que la entiendo; tal vez tenga que ver que el master crea que explica bien cuando los alumnos se ponen a divagar en cuanto 2 + 2 o si las nubes cubriesen todo el cielo, Diós se aleja, o tal vez en que su folder es más amarillo de lo que pensaban..

Vemos venir el papel con la calificación que lo dirá todo.. Veo mi apellido, tomo el examen.. Cero. Un gran cero encerrado en un óvalo perfecto, con ecuación deconocida. El maestro alza la voz diciendo: "26 rrrrepobados".. Todos odiamos la manera en que pronuncia la R.. Lastima, es la primera letra en mi nombre..

Lunes, mi última oportunidad, un fin de semana para estudiar, tal vez salir un poco a patear piedras.. Sin Venus ni Marte a las 4 de la tarde con aves decayentes, o aviones quizá..