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viernes, mayo 2

un 2 de mayo de mayor duración

Choqué contra el suelo, pero no me importó de nuevo, no le hice caso a el perro que me lo decía constantemente: "Chocarás contra el suelo una y otra vez". Demonios, el perro tenía razón, su hocico moribundo ladraba la verdad insana y yo, por ello, me golpeaba sin más ni más los ojos para no ver, para no sentir que veo. Para ver unos destellos que como luces transportadas me daban ánimo de seguir, sin titubear, sin holgazanear, como que a su debido tiempo las mascotas salvan tu vida (no hay en mi casa gatos). Soy alérgico y como alérgico comienzo a estornudar varias veces, sin detenerme, a-chú - a-chú, continúo. Me desmorono entre el suelo y el techo, floto entre mis bacterias.

Nadie me ha visto soltar algo más que sangre, saliva, lágrimas, sollozo mío que es más de lo normal, a-chú, ya se me olvidó estornudar, cuando volteo y mis ojos están bien rojos, como rancios, mis ratones los muerden con sus dientes idiotas, los mallugan, los destrozan. Ya no veo más allá, sale una luz, otra luz, la luz de las luces, es una luz fría, palpable. Me sofoca, la trato y la muerdo, me confunde. El perro ya no me dice nada, no se percató de esto, perro infeliz, callejero, marrano inmundo. Debo seguirlo pero no sé por dónde va, no sé a dónde va, no sé por qué debo seguirlo. Huele bien aquí, estoy siguiendo un perro y la gente que me ve se burla, por ciego que soy, por sigue perros que soy. Yo soy el que sigue los perros, que me ladran el camino, me ladran el destino.

Mi confusión se vuelve realidad, realidad que impura se vuelve cristal y pertenezco a él, me siguen confundidos los demás, los perros se sienten atraídos por el aroma, por el perro que sigo, que sigo sin saber de donde salió y me confunde porque ya no hay ladrillos, postes ni huele a ciudad, así asumo que este perro habrá querido viajar. ¡¿A dónde me llevas?!

Le preguntaría pero las lágrimas salen primero que las palabras y al verlas este corre defraudado y me hace caer. Choqué, choqué contra el suelo. Algunas veces hasta abrirme la frente, sentí mi sangre, la ví porque veo el rojo, la ví, he manchado todo, la carretera, algún carro, ¡todo! Tengo que disculparme, el perro está ladrando como un loco, parece estar distraído. ¡Perro idiota, ¿que no me ves?! ¡Me tumbaste!

El perro se ha ido asustado, le grité feo. Lo asusté y él solo quería pasearme. Soy un imbécil mal agradecido. Te pido disculpas perro. ¡Perro, regresa por mi! Acabo de escuchar una ambulancia, espero no te hayan atropellado. Espero, por mi bien, que estés bien. Yo por mi cuenta te espero. Aquí o allá te espero.

1 comentario:

Princesa_DeAquelViejoReinoPerdido dijo...

Precioso.
Tu relato describe con una belleza sublime los momentos en los que tu ebria cabeza se cree ansiosa de poder. Muy tétrico y hermoso.
Realmente, me encanta como escribes. Eres genial.
Un besazo